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PRUEBAS DE VEHÍCULOS
31/05/2012
Por Goti Martínez Pérez

Prueba del Peugeot 508 1.6 THP 156 CV

Avance notable respecto al 407

El Peugeot 508 supone un gran salto tecnológico y de calidad para lo que venía ofreciendo Peugeot en sus berlinas de tamaño medio. Por fuera, es un coche con empaque y hechuras de buena berlina, estéticamente presenta la línea de los últimos modelos de Peugeot, pero sin perder la esencia, en algunos detalles, del 406 y 407.

Su motor

El que he tenido la oportunidad de probar -el 1.6 THP de 156 CV- es el más potente que ofrece el Peugeot 508 dentro de las opciones de gasolina. Sin probar el resto de versiones disponibles, este 1.6 litros sobrealimentado me ha gustado bastante, aunque, bajo mi punto de vista, no llega a los niveles de funcionamiento y refinamiento de las mecánicas TSI del Grupo Volkswagen.

Por prestaciones, funcionamiento y respuesta, es un propulsor más que solvente para mover con mucha alegría los 1.485 kg que pesa este Peugeot 508.

Esta mecánica, diseñada conjuntamente con BMW, tiene una cilindrada de 1.6 litros, un bloque de cuatro cilindros y está alimentado por un sistema de inyección directa y un turbo que, Peugeot, lo denomina THP (Turbo High Pressure). Su respuesta es muy buena a bajo y medio régimen cuando se sale desde parado. Sin embargo, cuando gira por encima de las 4.300 rpm (aproximadamente) se desinfla demasiado para tratarse de un gasolina.

Al volante

Antes de entrar en un análisis más profundo, he de decir que el Peugeot 508 es una buena elección para el usuario que busque una berlina muy estable, de reacciones seguras y muy fáciles de controlar cuando se conduce al límite.

Cuando se circula por carreteras con muchas curvas, de diferentes velocidades y con algún que otro desnivel, el conductor siempre tiene gran sensación de seguridad y adherencia. Salvo que la curva sea muy lenta, el tren delantero entra bastante bien, y el paso por curva no afecta demasiado si la pendiente es ascendente o descendente. También ayudan los frenos que, además de tener un buen tacto de pedal, permiten que la frenada sea potente y que podamos frenar muy tarde. Sin embargo, y como en cualquier coche de calle con unos frenos normales, estos desfallecen con rapidez si les exigimos mucho durante un espacio de tiempo reducido. En condiciones normales funcionan perfectamente.

Otra de las cosas que me ha sorprendido gratamente, es que la frenada a altas velocidades, incluso si queremos detener el coche cuando circulamos a la máxima posible -220 km/h-, es muy estable y no percibimos ni un solo movimiento parásito que nos desvíe de la trayectoria o que suponga una pérdida de la estabilidad del vehículo.

En curva rápida, el Peugeot 508 es un coche que se desenvuelve muy bien, siempre y cuando seamos finos conduciendo y vayamos por la línea. Si provocamos un cambio de masas en plena curva o entramos a una velocidad límite, se producen ciertos movimientos parásitos que no invitan a ir muy rápido. Sin embargo, el control de estabilidad funciona perfectamente para perdonarnos cualquier tipo de error, por muy grave que sea. Lo mejor de todo, es que el ESP -que se nota que es de última generación y está muy trabajado- actúa con mucha suavidad sobre el par motor y los frenos, sin que nos desvíe de la trayectoria a base de bandazos -algo que, todavía, suele ocurrir en muchos coches del mercado-.

Los neumáticos que calzaba nuestra unidad me han gustado mucho -eran unos Michelin Primacy HP con medida 235/45 R18 y con código de carga "98" y de velocidad "W"- . Según Michelin, este neumático, que es de altas prestaciones, reduce la distancia de frenado en mojado y ofrecen una mayor duración -entre un 25 y un 50% más que los modelos de la competencia-. Afortunadamente, he podido probar el coche con asfalto seco y mojado y, en ambos casos, las prestaciones han sido excelentes -uno siempre tiene una sensación de mucho agarre, tanto en un apoyo fuerte, como en una frenada de máxima exigencia-.

Por la forma de trabajar que tiene el chasis y por el recorrido de la suspensión delantera, no es un coche que hile fino cuando se trata guiarlo por las curvas. En este sentido, el Peugeot 508 es de esos coche en los que cuesta mucho trabajo precisar y ser finos para apuntar con el morro al vértice de la curva. Desde luego, si lo que se busca es disfrute en la conducción, el Peugeot 508 no está a la altura de lo que puede ofrecer un Renault Laguna o un Volkswagen Passat. No obstante, aunque es un coche de tacto artificial y poco afinado, me sigue pareciendo recomendable para los conductores que dejen la conducción en un segundo plano y que busquen un coche con grandes virtudes en materia de seguridad y estabilidad.

El radio de giro no es muy amplio, lo que supone una pequeña desventaja cuando se trata de conducir y callejear por ciudad. Por su parte, el grado de asistencia varía en función de la velocidad, sin embargo, a bajas velocidades o en maniobras de aparcamiento, me dio la sensación de manejar una dirección un pelín dura. Esto ya va en función de gustos.

Pese a que no se trata de un coche deportivo, la suspensión me ha parecido demasiado seca y firme en compresión para lo que cabe esperar de una berlina en la que el confort es primordial. Cualquier tipo de bache o imperfección del asfalto, llega de forma atenuada al interior y sacude de una forma demasiado desagradable a los ocupantes. Además, si pasamos por encima de un bache en una curva, el coche se desvía, muy levemente, de la trayectoria.

Aunque el Peugeot 508 no es un coche cómodo por suspensión, sí que lo es por el aislamiento acústico. Salvo que llevemos el motor muy alto de vueltas o circulemos a una velocidad muy alta, el nivel de ruidos es muy bajo en cualquier circunstancia. En carretera, el ruido que se hace más evidente es el aerodinámico y, el del motor, puede variar mucho en función del régimen de giro.

Interior con dosis de lujo

Por dentro, las sensaciones son muy buenas, aunque debo puntualizar que la unidad que he podido probar estaba asociada al acabado Allure -el más lujoso- con todo el equipamiento opcional que puede tener este modelo.

Como digo, la sensación cuando uno se sube al Peugeot 508 por primera vez, es muy buena. El acabado y el ensamblaje de todas las piezas es todo lo bueno que cabe esperar en un coche de este tipo, salvo la falta de solidez que ofrece el túnel central que divide las dos plazas delanteras y algún crujido generado por la banda decorativa que está integrada en el salpicadero.

Todos los materiales tienen un buen tratamiento para que transmitan buenas sensaciones. Sobre todo, destaca la pieza superior que compone el salpicadero; es sólida y ofrece buen tacto y aspecto. Además, hay bastantes plásticos acolchados y, lo que no lo son, tienen un buen tratamiento para que transmitan buenas sensaciones. En nuestra unidad de pruebas, había tapizados de cuero en los asientos y puertas.

La posición al volante y mandos

Respecto al 407 y 607, se ha mejorado la postura de conducción, sin embargo, sigue siendo más alta y, sobre todo, uno se siente poco integrado con los mandos y el salpicadero. Es probable que estas sensaciones puedan variar en función de los gustos y de la estatura de cada uno.

Por otra parte, otra de las cosas que me resultó muy curiosa, es que, durante todo el tiempo que pude probar el coche, tuve la sensación de que el volante estaba ligerísimamente desviado hacia la izquierda -puede ser, que también sean impresiones personales que no tienen por qué afectar a otro tipo de conductores-.

Todos los mandos están bien ordenados y dispuestos, aunque el Peugeot 508 es uno de esos coches que te obligan a pasar por un periodo de adaptación para el manejo de algunos mandos. En mi caso, tras una semana de prueba, no terminé de controlar ciertas funciones con la fluidez deseada. Por ejemplo, algunos botones del volante correspondientes al ordenador de a bordo y del equipo de sonido están mezclados y crean cierta confusión.

El túnel central que divide las dos plazas delanteras es muy elevado y ancho. Es algo muy gratificante, ya que integra una serie de mandos que nos permiten controlar el navegador, teléfono, navegador, equipo de sonido, algunas funciones del vehículo y los sistemas de asistencia y emergencia que ofrece Peugeot en muchos de sus modelos. Todo está bien agrupado y diseñado.

La disposición de algunos mandos me ha parecido peculiar, que no mala. Por ejemplo, el botón que nos permite arrancar o parar el motor, está ubicado a la izquierda del volante -normalmente, este botón, suele estar a la derecha- . Por otra parte, los mandos que controlan y activan el HUD, control de estabilidad y el sensor de aparcamiento, están agrupados en un pequeño compartimento que está ubicado en la parte inferior izquierda del salpicadero.

El cuadro de instrumentos ofrece mucha información, cosa que se agradece. Es cierto que, al principio, parece que tanta información puede llegar a resultar confusa y cuesta un poco localizar el dato con la rapidez deseada, pero con el uso y el paso de los kilómetros uno se termina acostumbrado.

Proyección de datos

Precisamente, para que el conductor no aparte la vista de la carretera, Peugeot ofrece una solución muy interesante que no está disponible en ninguno de sus competidores directos. Estoy hablando del sistema Head up Display (HUD), que en el acabado Allure forma parte del equipamiento de serie. Se trata de una pequeña lámina oscurecida de policarbonato en la que se proyecta información sobre la velocidad a la que se circula, sobre el regulador y limitador de velocidad y sobre las indicaciones más básicas del navegador.

La información que se proyecta en el HUD, se puede regular en vertical y horizontal mediante un mando que hay en el salpicadero. En mi caso, he tenido dificultades para ver adecuadamente la información. Puede que todo esto se deba a que la lámina en la que se proyectan los datos ofrezca una altura algo escasa. Además, al mirar la pantalla, se puede perder cierta perspectiva de lo que ocurre en la carretera. Aún así, me sigue pareciendo una solución interesante, aunque también tengo la sensación de que Peugeot lo tenía que haber pulido un poco más.

La pantalla del sistema HUD se abate automáticamente cada vez que pulsamos el botón de contacto para apagar el motor. El sistema eléctrico que permite ocultarlo, es demasiado ruidoso.

El sistema de navegación ha funcionado bien y, lo que es mejor de todo, es muy sencillo de manejar. Lo peor es que no tiene una base de datos de radares y que la voz que nos guía es muy poco agradable, ya que parece sacada de un modulador de voz.

Climatizador, navegador y conectividad

El climatizador me ha gustado bastante. Es capaz de alcanzar la temperatura que le marcamos con rapidez. Incluso, si entramos en el coche una vez que ha estado aparcado en la calle durante un largo periodo de tiempo con temperaturas cercanas a los 0 grados, el climatizador tiene capacidad suficiente como para calentar el habitáculo con rapidez. Además, nuestra unidad equipaba los asientos calefactables, lo que supone un plus extra de confort que es de agradecer cuando las temperaturas son muy bajas.

La climatización de las plazas traseras es muy buena si la comparamos con la que ofrecen berlinas de similar categoría. Hay salidas de aire para los pies y entre los dos asientos de las plazas traseras. Además, los pasajeros traseros pueden controlar, de forma independiente, la temperatura. Esta función se puede condenar desde la consola central del salpicadero, algo que es de agradecer cuando las plazas traseras están ocupadas por niños.

En cuanto a conectividad se refiere, el Peugeot 508 está a la última. El teléfono se puede emparejar con mucha facilidad y el sistema bluetooth actúa con rapidez cuando arrancamos el vehículo. También podemos escuchar archivos de música o similares, vía bluetooth, o mediante dos tomas auxiliares USB y Jack. Estas dos tomas están ubicadas en un pequeño cofre integrado en el túnel central que divide las plazas traseras. Lo peor que tiene este compartimento, es que no tiene mucha capacidad y queda demasiado retrasado para que el conductor pueda conectar los dispositivos externos con comodidad.

Cuando te subes al Peugeot 508, sientes que estás en un coche moderno de última generación, no sólo por su diseño, ni por el aspecto del interior, también lo es por su equipamiento. De esta forma, no van a faltar todos los sistemas de ayuda a la conducción que van equipando los compactos y berlinas de reciente hornada. Entre todo lo que puede incluir, destacan el asistente de cambio de carril, el avisador de ángulos muertos y las luces bixenon activas que varían automáticamente el alumbrado de largo y corto alcance.

Las luces activas han funcionado bien, aunque ha habido muchas ocasiones en las que he echado en falta que las luces largas se activaran con mayor rapidez. Su funcionamiento me ha parecido lento.

El alumbrado del interior está bastante bien, aunque podría ser mejor. Hay tres puntos de luz cerca del parabrisas y dos independientes en las plazas traseras (todos están dotados de LED luminosos. También hay iluminación en el piso y en la guantera.

Habitabilidad y asientos

El interior tiene la amplitud deseada que cabe esperar en una berlina de este tamaño, aún así, me ha parecido destacable el espacio longitudinal que hay en las plazas traseras. En este sentido, el Peugeot 508 es de lo mejor de su segmento, si obviamos al Skoda Superb, que es el rey de la categoría en este apartado. Pero lo mejor de todo, es que se va muy cómodo, ya que los asientos resultan ergonómicos y la postura es muy confortable y natural.

Las plazas delanteras presentan dos buenos asientos, tapizados en cuero y con regulaciones eléctricas, que resultan envolventes y recogen bien el cuerpo. En mi caso, no terminé de encontrar la postura ideal, pero he de reconocer que son unos asientos de calidad y que es posible que haya muchas personas que se adapten perfectamente a ellos. Los reposacabezas -de tipo libro- son muy buenos, ya que tienen regulación en altura y profundidad para que la cabeza quede perfectamente protegida en caso de impacto frontal o por alcance.

Compartimentos y maletero

La versión más equipada del Peugeot 508, la que es objeto de esta prueba, no cuenta con demasiados compartimentos portaobjetos. Es de esos coches a los que te subes, y no sabes dónde tienes que dejar las pequeñas cosas que uno puede llevar encima habitualmente, como una cartera, un teléfono móvil o unas llaves. Únicamente podemos utilizar la guantera o las bolsas de las puertas para dejar este tipo de objetos, ya que el cofre que hay entre las dos plazas delanteras no es muy amplio y está destinado para conectar los dispositivos de audio externos.

La guantera que hay delante del asiento del pasajero delantero no es muy amplia, pero cuenta con suficiente capacidad como para guardar la documentación, el manual del vehículo y el chaleco de emergencia. Si queremos meter algo más, tendremos problemas de espacio. Lo mejor de todo, es que está tapizada con fibras sintéticas, iluminada y, lo que es mejor, climatizada. También esconde el mando que nos permite desconectar el airbag del pasajero para poder instalar un dispositivo de retención infantil.

El maletero tiene una capacidad de 497 litros si llevamos la rueda de repuesto. Es un muy buen dato si tenemos en cuenta a los oponentes de similar tamaño. Para aumentar la capacidad, se pueden abatir los asientos traseros en proporción 60/40.

El interior del maletero está equipado con un par de ganchos, bastante sólidos, que sirven para colgar bolsas, varias cintas elásticas para sujetar pequeños objetos y argollas para instalar una red. Todo el entorno -salvo el techo- está tapizado con un guarnecido de una calidad bastante aceptable. La rueda de repuesto queda muy bien protegida con dos moquetas -en la propia rueda, están integradas todas las herramientas necesarias en caso que queramos instalarla. La iluminación es muy pobre y, únicamente, corre a cargo de un pequeño punto de luz ubicado en el centro del techo.

Una de las cosas que más me han gustado del maletero, es que la boca de carga es bastante amplia para tratarse de una berlina de cuatro puertas y que la puerta del maletero se puede abrir, automáticamente, desde un botón dedicado justo a la izquierda del salpicadero, o bien, desde el mando a distancia. El cierre se realiza mediante intervención del usuario.

Cambio automático de 6 velocidades

El 1.6 THP 155 se puede asociar a dos tipos de cajas de cambio (manual y automática, ambas de 6 velocidades). Yo he probado la automática que, por cierto, no me ha gustado demasiado, fundamentalmente por la gestión electrónica que tiene. Me ha parecido demasiado lenta. Al subir marcha no hay problema, salvo que variemos mucho el recorrido del acelerador. Si pisamos a fondo o, por encima del 50 % del recorrido del pedal (aproximadamente), un calculador hace que el motor se revolucione para obtener la mejor respuesta. Sin embargo, si soltamos el pedal, el motor se queda revolucionado incomprensiblemente durante varios segundos obligándonos a intervenir para reducir el régimen de giro. Tampoco es rápido a la hora de reducir, ya que no nos permite estirar el motor más allá de las 4.500 rpm -supongo que es una protección de seguridad para evitar problemas de fiabilidad a largo plazo.

Dónde mejor se desenvuelve este cambio, es en maniobras de baja velocidad, por ejemplo, cuando se sale desde parado por una rampa de un garaje o cuando toca aparcar. En este sentido, es mejor que muchos cambios en los que cuesta más trabajo modular la respuesta del acelerador para salir con suavidad y evitar fuertes aceleraciones inesperadas.

El cambio se puede gestionar de forma automática o semi-automática. Si lo queremos manejar en modo "manual", lo podemos hacer desde el mando del cambio, o bien, desde unas levas que hay detrás del volante, que son muy accesibles, pero que tienen un tacto muy poco cuidado. He de reconoceros que, únicamente,  he utilizado la modalidad manual para paliar la mala gestión electrónica de la caja, sobre todo, para subir marchas. Por lo demás, no te ofrece la rapidez o el disfrute de un cambio como el DSG del Grupo Volkswagen.

Consumos

Teniendo en cuenta la potencia del motor -no la cilindrada- y la masa del coche, el consumo de carburante se puede determinar como normal, aunque a mí me ha parecido elevado. En condiciones reales, en una conducción habitual del día a día, en la que se combina mucha ciudad y poca carretera, nunca he logrado bajar de 10 litros. Ya en autovía y autopista, el consumo puede bajar considerablemente, si respetamos las limitaciones de velocidad. En ese tipo de condiciones, se puede obtener un consumo de unos 6,5 litros de media. No obstante, si le pisamos, la media vuelve a situarse por encima de los 10 litros. Según cifras homologadas, la versión con cambio automático ofrece un consumo de casi 1 litro de media respecto a la variante con cambio manual.

Conclusión:

El Peugeot 508 más equipado y dotado con el motor más potente de gasolina, es una muy buena opción si buscas una berlina segura y, sobre todo, con mucha estabilidad en carretera. Además, ofrece mucho equipamiento de última generación, un habitáculo acogedor con un aspecto de coche moderno y con buenos acabados y mucho espacio en las plazas traseras. Si se hubiera mejorado el tacto de conducción y el confort de la suspensión, estaríamos hablando de una berlina de notable alto, aún así, todo esto va en función de los gustos de cada usuario.

Texto: Gustavo Rodríguez

 

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