Cursos de conducción eficiente: ¿sirven para algo?

Cada vez más gente los realiza. Nosotros hemos hecho uno, hemos realizado un pequeño "experimento" y hemos comprobado que funcionan

Hace cosa de un mes me apunté a un curso de conducción eficiente. De los que imparte el RACC. Todo el mundo se echó las manos a la cabeza advirtiéndome. Que si era un engañabobos, que si solo quieren sacarte el dinero, que no te van a enseñar nada nuevo... Y así hasta el infinito y un poco más allá. Pero tirando de cabezonería, me planto allí. Por delante tengo cuatro horas en las que, en teoría, van a demostrarme que mi consumo urbano es muy mejorable.

Vaya por delante que, como el 90 por ciento de la gente, no aprendí a conducir en la autoescuela. La primera vez que conduje sí fue allí pero, una vez tuve el carnet, el familiar de turno me enseñó a conducir en condiciones. Me enseñó a escuchar al coche, a cambiar cuando debía (y no como un robot, tal y como te aleccionan en la autoescuela), a controlar el coche en situaciones de riesgo y, en teoría, a ahorrar combustible. Vaya por delante también que este "familiar de turno" llevaba toda su vida trabajando en el mundo del transporte y que había conducido cualquier cosa que llevara ruedas. Y, después de ver conducir a muchísima gente, descubrí que mi mentor conducía muy muy bien, así que asumí que su forma de conducir era relativamente eficiente. Eso creía, vamos.

VOLVIENDO AL CURSO: realizamos un circuito urbano y te enseñan tu consumo medio. 8,1 litros a los cien. Una barbaridad. En una hora de teoría te explican cómo bajarlo. En la práctica, dicen, puedes reducir ese consumo entre un 15 y un 20 por ciento. Para demostrarlo, repetimos el recorrido pero aplicando lo que nos han explicado. Mi consumo medio, después de haber hecho una serie de pifias bastante importante: 7,1 (otra barbaridad, pero tampoco hice una muy buena segunda vuelta). Hubo gente que bajó de 8,5 a 5,5 litros. En dinero estamos hablando de más de 300 euros de ahorro.


Ahora aquí va la PRUEBA de que realmente los cursos funcionan y que lo que falla es la actitud de la gente. Conversación real al volver a casa:

- ¿Qué tal el curso? Nada nuevo, ¿no?

- Pues muy bien, según los cálculos me he ahorrado 100 euros de gasoil.

- Pues cuéntame, que ahora está carísimo.

- Hay que circular en marchas largas. He llevado el coche en quinta y por ciudad.

- Eso ya lo hago yo.

- Claro... Y hay que ir tranquilo y anticiparse y bla bla bla bla (resumen rápido del curso. Otro día hablaremos de las cuestiones técnicas).

- Pero todo eso ya te lo he dicho yo siempre.

- ¿Sí? Pues mañana hacemos la prueba con el coche y vemos cuánto te ahorras tú y cuánto me ahorro yo.


Dicho y hecho. Al día siguiente nos vamos de paseo. Pero esta vez cambiamos los papeles: él conduce y yo le explico las cosas.

- Mete segunda ya.

- Pero ¿cómo voy a cambiar ya? Si casi ni he arrancado.

- Ya podrías ir en tercera y consumiendo menos de 4 litros a los cien y aquí vas con un consumo medio de 12 litros en primera y discutiéndome cosas. (Le enseño el ordenador del coche que marca un consumo de 12,2 litros).

A todo esto, ya hemos llegado a un semáforo en rojo. Pone punto muerto a pesar de que, antes de montarnos en el coche, le he explicado que el punto muerto se ha acabado para él.

- Error. El coche en punto muerto consume mucho más que con una marcha engranada y a bajas revoluciones, que no consume nada.

- (Gruñidos varios y muchísimo escepticismo) ¿Qué dices? Eso es imposible y blablablabla (aquí viene toda una retahíla de explicaciones técnicas que le contó el padre de su padre cuando le enseñó a conducir con una técnica secreta que se ha ido transmitiendo de generación en generación en la familia desde tiempos inmemoriales).

Le vuelvo a enseñar el ordenador. Le digo que ponga punto muerto en el siguiente semáforo y le enseño el consumo de ese momento (5,3). Al siguiente semáforo llega con la marcha engranada, como yo le decía, y le enseño el consumo (0 litros).

Agacha las orejas y a partir de ese momento, no vuelve a discutirme (casi) nada.


Varias conclusiones rápidas:

Fui al curso pensando que conducía bien y que le sacaba bastante partido a mi coche. Normalmente le hago 750 kilómetros antes de volver a llenar el depósito. Después del curso, y llevando a la práctica lo que me habían enseñado, le hice 890 kilómetros antes de que saltara la reserva. Y todavía costándome un poco y conduciendo en algunos momentos "como antaño". Esto como conclusión objetiva.

En mi caso he tenido que cambiar menos de diez años de costumbres al volante. Pero muchísima gente tiene que modificar bastantes más años de malos hábitos. Entonces, ¿cuál es el principal problema de la conducción eficiente? La ACTITUD.

Expresiones como "yo conozco a mi coche como la palma de mi mano y le hago un consumo medio de 5,3 litros a los cien. Y en el manual pone que consume 5,5 litros! Soy un hacha" las hemos oído todos. Lo que pasa con el mundo del automóvil es que todo el mundo, absolutamente todo el mundo, sabe de coches. Y mucha gente piensa que conduce todo lo eficientemente que puede conducir. Pero no.

Se puede pensar que mi "experimento" es un hecho aislado pero en el curso vi la misma actitud en mucha gente. Mucho escepticismo al principio y mucho "¿cómo puede ser?" al final.

Es un tipo de conducción al que cuesta acostumbrarse. Ya lo avisan: que hay mucha gente que después del curso es incapaz de abandonar sus hábitos y que no lleva a la práctica lo que le han enseñado. Aseguran que un par de semanas son suficientes para acostumbrarse. Doy fe de que es cierto.

Entonces, ¿son útiles estos cursos? Para aquellas personas que son capaces de reconocer que les pueden enseñar algo nuevo en el mundo del coche, sí, lo son. Para aquellos convencidos de que son los mejores conductores del Universo y de que es imposible gastar menos combustible, pues.... también.

Solo que antes deberían cambiar un poco su actitud. O ir al curso y cambiar de actitud después, cuando les demuestren que su consumo medio en ciudad puede bajar. No digo que pueda bajar una cosa espectacular pero sí algo. Y los combustibles ahora cuestan una barbaridad y de aquí a un año, según algunos expertos, costarán el doble. Así que un poco de ahorro nunca está de más.

Además, evitaremos la emisión de bastantes gramos de CO2 a la atmósfera, iremos más relajados en el coche, se reducirá nuestra probabilidad de tener un accidente y alargaremos la vida útil de nuestro coche y reduciremos gastos en mantenimiento (esto según el RACC).

Estos cursos son una iniciativa a nivel europeo. En Suiza, por ejemplo, más de 10.000 personas lo realizan anualmente. En España se hacen en colaboración con el IDAE, el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía. En algunas comunidades autónomas es gratis (en el País Vasco y en Navarra se encarga de financiarlo el EVE, el Ente Vasco de Energía) y en algunas otras comunidades cuesta sobre 40 euros.

Los interesados, que se pasen por el RACC a preguntar. Merece la pena probar.